
La Marcha Qigong para el tratamiento del cáncer se introdujo en China a principios de los 70 por una artista dedicada a la pintura tradicional china llamada Guo Lin. En 1949 fue diagnosticada con un cáncer uterino que fue extirpado mediante cirugía en Shanghái. En 1960, el cáncer resurgió metastatizando en la vejiga por lo que se tuvo que someter a una nueva operación. Más tarde tuvo una nueva recaída y los médicos pronosticaron que no sobreviviría más de seis meses. Lejos de perder la esperanza, recordó que en su infancia, su abuelo, un monje taoísta, le había enseñado las bases del chi kung y tomó la determinación de profundizar en estos conocimientos y practicar para tratar de recuperar de nuevo la salud de esta manera. Después de unos inicios sin resultados visibles, empezó a hacer ciertas modificaciones a los ejercicios originales hasta crear su propio programa. Practicaba con constancia dos horas diarias y en medio año, el cáncer había remitido. Su firme creencia en que estos ejercicios habían sido la clave de su recuperación, en 1970 comenzó a enseñar lo que llamó “Nueva terapia de Qigong”. Desde entonces, el número de practicantes fue creciendo lentamente hasta convertirse en ser uno de los principales estilos practicados por grandes grupos en China.
Ya en 1977 la maestra Guo había alcanzado unos resultados espectaculares. Pacientes de todas partes llegaban a Beijing a tomar parte en las clases que ella organizaba, llegando a tener grupos con 300-400 personas. Sus resultados atrajeron la atención de la comunidad científica y los estudios confirmaban resultados sorprendentes, no sólo en cáncer, sino también en muchas otra enfermedades.
Esta práctica comenzó a tener eco en publicaciones médicas, libros, revistas, radio y televisión. En menos de diez años se convirtió en uno de los estilos mejor establecidos con millones de practicantes. Llegó a emitirse en televisión un programa durante meses completamente dedicado a la Marcha Qigong en el que no sólo se hablaba de sus beneficios sino que también explicaba a la audiencia como realizarlo en casa.
Hasta el día de su fallecimiento en 1984, trabajó sin descanso curando cientos de pacientes de cáncer y mejorando los dolores y prolongando la vida de miles más.
En la actualidad, miles y miles de personas practican Guo Lin Qigong por todo el mundo entre los que se encuentran pacientes de cáncer, de enfermedades crónicas y gente sana. Hoy en día, se usa esta herramienta como clave para el tratamiento para la recuperación de pacientes de cáncer en hospitales por toda China, Japón, Australia, Estados Unidos, Canadá y en algunos centros oncológicos en Suiza y Alemania.
Desde la medicina occidental podemos encontrar una explicación a los resultados obtenidos con este ejercicio. El ganador de un premio Nobel en 1931, Otto Warbürg afirmó que “todas las enfermedades son ácidas y donde hay oxígeno y alcalinidad no pueden haber enfermedades, incluido el cáncer”. De hecho las bacterias, los virus, las células cancerosas, los hongos, los patógenos, casi todos estos microbios son anaeróbicos es decir no pueden vivir con oxigeno. El Guo Lin Qigong busca detener el crecimiento de esta células malignas e incluso eliminarlas aumentando el volumen de oxigeno asimilado, ejerciendo así un control sobre las células cancerígenas.
La práctica de este sistema además de combatir el cáncer mitiga otras afecciones como ulcera, gastritis, hipertensión, cálculos renales, cistitis… por lo que resulta un sistema muy interesante para que lo practique todo el mundo.
Existen incluso algunos casos extraordinarios en los que pacientes de cáncer en los que se había iniciado una operación y ésta se canceló por la expansión que éste había hecho por el interior del cuerpo, después de utilizar la Marcha Qigong como último recurso, al repetir las pruebas, no quedaban restos de la enfermedad.
Por supuesto, la práctica del Guolin Qigong se debe tomar como un complemento y nunca como una sustitución de las terapias actuales.