
Hace unos años, durante el transcurso de un seminario sobre obesidad y su tratamiento con Medicina Tradicional China y nutrición ortomolecular, el profesor que impartía dicho seminario nos insistió mucho en que tomásemos buena nota de un sencillo tratamiento; una receta que, aunque casera y muy económica, habría salvado la vida a más de una persona, ahorrándole la enfermedad o la continua visita al médico, si la hubiera seguido con regularidad. Se estaba refiriendo a la ingesta en ayunas de un vaso de agua tibia -o caliente- purificada (es decir, que se ha hervido previamente, o agua mineral) con el zumo de medio limón.
Al final del curso, nuestro profesor volvió a insistirnos en este remedio natural y nos pidió que hiciéramos el favor de compartirlo con todas aquellas personas que estuvieran interesadas en mejorar, prevenir, conservar y mantener su estado de salud. Y así he hecho desde entonces; tanto en consulta, como con mis parientes, amigos y conocidos, trato de recomendarla siempre. Por lo que, a través de este pequeño artículo, voy a comentaros algunos de los motivos por los cuales incorporar este sencillo y saludable hábito a nuestras vidas:
Si tenemos en cuenta que la mayoría de las enfermedades, como por ejemplo las autoinmunes (psoriasis, lupus, artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, tiroiditis, esclerosis múltiple, púrpura etcétera) u otras, como el cáncer, se desarrollan en un medio en el que nuestro cuerpo se encuentra altamente acidificado, observaremos que la alcalinización del mismo es imprescindible a la hora de combatir y prevenir el desarrollo de estas patologías. Al margen, claro está, de los riesgos genéticos que, como en las autoinmunes, puedan predisponernos, o del consumo excesivo en la actualidad de productos industriales refinados, colorantes, estabilizantes, potenciadores del sabor o aditivos y azúcares entre tantos otros. Pues bien, debido a su alto contenido en ácido cítrico, el limón es una de las frutas más alcalinizantes -junto a los plátanos maduros- que existen. Dicho así, podrías preguntarte cómo una fruta tan “ácida” es capaz de contribuir a mantener eficazmente los niveles de PH en nuestro cuerpo; lo cierto es que, aunque resulte paradójico, el ácido cítrico, una vez que ha sido metabolizado por nuestro organismo, contribuye a favorecer el proceso alcalino eliminando, incluso, el ácido úrico que tiende a acumularse en las articulaciones; el cual, como sabemos, es una de las principales causas de la inflamación y el dolor. De la misma forma, este ácido refuerza también la función de la enzima que estimula el hígado, contribuyendo al proceso de desintoxicación.
Otra de las grandes razones por las cuales incorporar esta sencilla receta a nuestros hábitos diarios, es su alto contenido en ácido ascórbico (Vitamina C) que, al igual que el cítrico, es un ácido de fácil metabolización que alcaliniza igualmente la sangre y estimula la cicatrización; siendo esencial en el mantenimiento de la salud de los tejidos conectivo y óseo. Subrayar, así mismo, que la Vitamina C (100gr. aportarían unos 53 mg.) refuerza el sistema inmunitario y facilita la absorción del hierro en nuestro cuerpo; por lo que, con su consumo, no sólo estamos previniendo el desarrollo de enfermedades, sino que también nos sirve de apoyo terapéutico a la hora de atenuar y reducir la flema generada en nuestro interior, o en el tratamiento del asma u otras infecciones relacionadas con las vías respiratorias (altas y bajas) y las vías urinarias.
Junto a los ácidos cítrico y ascórbico, una de las importantes sustancias contenidas en esta fruta es la saponina (un glucósido), que posee características antimicrobianas y anticolesterol. Lo que le convierte, junto a la naranja, en una de los alimentos más depurativos que existen. Esta acción diurética está, además, potenciada por su alto índice en ácido cítrico, el cual contribuye a eliminar las toxinas que, progresivamente, se van acumulando en el interior (como por ejemplo en los tractos digestivos y urinarios), lo cual potencia con eficacia la regulación del metabolismo.
Otro de los buenos motivos por los que ingerir agua con zumo de limón en ayunas todas las mañanas, es el aporte a nuestro organismo de la gran cantidad de antioxidantes presentes en dicho zumo. Los cuales ayudan a evitar y a combatir la formación de radicales libres favoreciendo, considerablemente, la disminución de arrugas y manchas y previniendo el envejecimiento prematuro al igual, y como comentábamos al principio, que las enfermedades como el cáncer. Tampoco hay que olvidar el papel primordial que la Vitamina C juega en la elaboración del colágeno que se produce en nuestro cuerpo –la proteína más abundante del organismo humano-, proteína que aporta firmeza y elasticidad a la piel.
Una de las grandes cualidades del limón es también su alto contenido en potasio que, junto a minerales como el magnesio, contribuye a regular la presión arterial, estimulando el cerebro y la función nerviosa ( así, a nivel terapéutico, está comprobada la eficacia del aroma del zumo de limón en el tratamiento de enfermedades como la ansiedad o la depresión).
Por último, destacar que el agua con limón es una excelente forma de reponer todos los líquidos que nuestro cuerpo va perdiendo a lo largo de toda la noche, lo cual contribuye a mantener un nivel óptimo de hidratación en el mismo, sobre todo en las personas mayores.
Por todas estas razones y, sobre todo, por su potente acción alcalinizante, os animo a que consideréis la posibilidad de incorporar este saludable hábito a vuestra vida el cual, sin lugar a dudas, mejorará notablemente vuestra salud.