
Muy a menudo el entrenamiento de las artes marciales está plagado de misticismo y eso provoca el rechazo de muchas personas que se podrían ver beneficiadas por su práctica y atrae a muchas otras que lo fomentan y se quedan con entrenamientos parciales y por tanto con beneficios parciales.
¿Recuerdas esos experimentos que hacíamos en clase en el que, si juntabas un producto químico A con otro B, se producía un resultado C? ¿O con un proceso X y un proceso Y se obtenía un resultado Z? Siempre que los factores permanecieran constantes, la ecuación era cierta.
El empuje de manos es ese laboratorio en el que el objetivo es crear condiciones constantes para poder replicar una y otra vez los mismos resultados. El diseño tradicional de los ejercicios seguía esta idea empezando con ejercicios muy simples como recibir un empuje recto y hacer una neutralización con la cintura hacia el lado de la pierna adelantada. Esto se debía practicar hasta la saciedad, pero tan importante es en el experimento el que trata de neutralizar como el que realiza el empuje, que siempre debe tener la misma dirección e intensidad. Sólo así el aprendiz podía practicar su parte hasta conseguir el resultado. Una vez dominado esto, se repetía el mismo empuje con la misma fuerza y dirección, pero con dos manos. Según se alcanzaba la destreza, se prueban nuevas direcciones, nuevos puntos de contacto o nuevas intensidades, pero siempre de manera sistemática hasta que el resultado fuera siempre el mismo.
Este es la finalidad real del empuje de manos en el taichí. No es un objetivo en sí mismo, es una herramienta que me permite estudiar en condiciones controladas diferentes estrategias que se podrán usar en combate. El empuje de manos reglado es tan aburrido como ejecutar escalas en un piano, pero totalmente necesario. Si el aprendizaje se basa sólo en el juego libre en el que las condiciones son constantemente cambiantes, no existe manera de saber si he tenido éxito por lo que he hecho o por lo que ha hecho el compañero. No sabré si la técnica que no me ha salido es porque no era la correcta o porque no estaba ejecutada en el momento adecuado. Evidentemente la práctica me puede llevar a desarrollar ciertas habilidades que me permitan “sobrevivir”, pero será un conocimiento superficial y limitado. De hecho, quizá esas estrategias ni siquiera estén basadas en habilidades del taichí, sino en velocidad o fuerza, pero como han funcionado sin saber por qué, las repito una y otra vez.
El entrenamiento debe ser un laboratorio en el que vea si soy capaz de replicar lo que he hecho. Tómate tu tiempo con los ejercicios básicos y cuando hagas libre, pacta con tu compañero el poder estudiar o tratar de repetir tanto tus éxitos como tus fracasos. ¡Sólo así sacaremos el máximo partido a la práctica!