
Después de casi dos décadas de enseñanza puedo afirmar que el principal problema que existe para no alcanzar destreza en la práctica son las trabas que nosotros mismos nos ponemos. El camino a la excelencia es largo y muchas veces poco reconfortante. Hay que pagar peajes con largas horas de entrenamiento con ejercicios en muchas ocasiones aburridos, superando nuestro grado de confort a nivel tanto físico como mental. Sin peaje, no se recorre el camino y por tanto, no se llega a la meta. Esto es algo que sobre el papel todo el mundo comparte, pero en el día a día, muchas son las excusas que me cuentan los alumnos para justificar porque no se ha practicado entre clases de taichí o chikung. Lo gracioso es que muchas veces me miran como si no les entendiera, pero la realidad es que yo he vivido en mis propias carnes, dándome a mi mismo todas esas excusas.
1. No he tenido tiempo
Lo primero, entrenar no significa necesariamente tener que ponerse el pijama y echarle un mínimo de una hora. Se pueden practicar muchas cosas, desde cambios de peso, movimientos de manos, repetir un ejercicio, hace un repaso rápido para no olvidar una secuencia. Todas estas cosas son mínimos, pero llevan unos minutos y evitan que pase un día sin practicar. Además, el día es muy largo y si lo analizamos detalladamente, perdemos mucho tiempo en cosas que realmente no nos aportan y que relegamos a segundo plano si la actividad realmente nos interesa, como salir a tomar algo con un amigo, sentarnos a leer un rato o ver un programa de televisión. Se trata de plantearnos realmente cuáles son nuestras prioridades y encontrar un momento cada día para esta actividad que también nos interesa.
Yo practico mis cambios de peso todo el día cada vez que estoy parado esperando el metro o el autobús, en la puerta de mi clase o incluso en el ascensor. Cuando llevo paraguas y no llueve practico mis movimientos de muñeca para la espada, trato de extender mi estoque con cada paso para apoyar la punta del paraguas justo en el sitio de la acera donde lo quiero colocar, Cuando muevo un objeto, cuando juego con mis sobrinos, la postura que pongo en la moto o sentado en el ordenador trato de hacerlo conscientemente siguiendo principios de entrenamiento. Todo el día puede ser un entrenamiento.
2. No me acordaba de lo nuevo
¿Y dominas lo anterior? Si no has fijado lo último que hiciste en clase siempre puedes entrenar otras cosas. De hecho, cuanto más practiques todo lo anterior, más fácil será que retengas el nuevo material, porque automatizas movimientos y te quedan más recursos para aprender lo siguiente que toque. Además, cuanto más sabes, más facilita el proceso de aprendizaje porque te es más fácil relacionarlo con cosas que ya dominas.
3. Estoy muy cansado del trabajo
Aunque haya cansancio físico, lo que más nos deja agotados es el cansancio psicológico. Lo difícil es arrancar, pero una vez que te pones, verás cómo no sólo resulta fácil sino que te ayuda a desconectar por lo que luego tu descanso será mucho mejor.
Si te escudas en que después del trabajo ya no te quedan fuerzas para nada más, no podrás dominar ni el taichí, ni el chikung ni ninguna otra cosa en la vida. Organizar tus actividades a parte del trabajo no sólo es tu responsabilidad sino algo necesario para poder sentirte pleno y libre.
4. Es que si lo hago mal en casa, se me queda el vicio
No todo lo que hagas en casa estará mal hecho. Las repeticiones que hagas, aunque se “afiancen”, también te ayudarán a ver en la siguiente clase que es lo que estaba bien y lo que estaba mal, facilitando corregir lo necesario. Siempre habrá algo aprovechable de tu práctica, como mínimo, desarrollar el hábito de ponerte a hacerlo.
5. No tengo sitio en casa
Dejando a un lado que siempre podemos irnos a un parque, si por falta de tiempo o causas climatológicas tenemos que practicar en casa, los antiguos maestros decían que se tiene que poder entrenar en el espacio en el que se tumba una vaca. No es necesario practicar secuencias enteras, siempre se pueden trabajar movimientos a pie fijo o buscar para ese día prácticas que ocupen menos espacio. Si lo que vamos a entrenar es una técnica concreta ya sí que no tenemos excusa. Incluso si quiero repasar algo con armas, no es necesario ponernos con una espada de verdad, con un cuchillo o una espada de juguete que no alargue en exceso la longitud de nuestro brazo podemos ponernos en casa.
6. La gente de mí alrededor me mira mal cuando hago esto
Si las personas de tu entorno no te apoyan o ridiculizan por tus intereses es realmente una pena. Tienes que entender que tú eres responsable en parte de las relaciones en las que estás inmerso y si las personas que tienen que darte soporte en tus objetivos no lo hacen, quizá no sean las personas que debieras tener a tu lado. No obstante no podemos elegir todas las relaciones que tenemos, por lo que debes hacer un esfuerzo para hacerles entender o al menos tolerar tus necesidades, quizá te sorprendas y acaben siendo un apoyo importante en el futuro.
Todas las excusas sólo sirven para que vayamos de clase en clase para que se nos ocurra movernos. Si pensamos en cualquier otra actividad, como por ejemplo la música, ¿Alcanzaríamos la maestría al piano con dos horas semanales? O en los idiomas, ¿Cuánto tardaríamos en hablar alemán con solo practicar lo que haga en dos clases a la semana? Al final todo se resume en una sola pregunta: ¿Dedico el tiempo suficiente para considerarme un practicante de artes internas?