
Cuando la gente aprende tuishou es normal ver que en su proceso de entrenamiento se pase de hacer círculos básicos a una o dos manos y con suerte algo de “4 manos” a trabajar “libre” y a ser totalmente competitivos. El problema es que las diferencias que hay entre las técnicas que aprenden y las que practican en el “empuje libre” son tan grandes que parecen dos actividades completamente diferentes.
Aprender a trabajar libre es un proceso lento en el que la libertad se va introduciendo de manera muy gradual. Moverse de manera libre implica, no sólo tener unas habilidades técnicas determinadas, sino también tener un adecuado proceso de toma de decisiones que del mismo modo se debe entrenar de manera sistemática.
Vamos a tomar como punto de partida para presentar este método a una persona que ya ha realizado un entrenamiento técnico adecuado que quiere empezar a realizar tuishou libre. Es una insensatez comenzar a hacer este trabajo antes de haber desarrollado ciertas destrezas, porque si así fuera, sería incapaz de aprender después toda la base que necesitará. Para ello contamos con que ha realizado un estudio sobre la mecánica básica del tuishou mediante los 8 Métodos de Disco o cualquier otra metodología completa y coherente y ya con una base sólida, domina el trabajo del Sizheng Tuishou (Cuatro Manos), que nos servirá como vehículo sobre el que desarrollaremos este proceso.
El primer paso sería trabajar, siempre sobre el círculo de 4 manos de manera que uno de los participantes realiza el estudio y el otro colabora dejando que su compañero trabaje. Se puede elegir un cambio concreto de la dirección del círculo o un momento en particular del método y ahí tratará de buscar diferentes aplicaciones o técnicas. Esto lo realizará durante un tiempo pactado en el que el compañero sólo se preocupará de hacer el ejercicio simple y dejar que el que esté estudiando se pueda tomar el tiempo que necesite para buscar el momento, los ángulos, experimente variaciones, etc. Una vez pasado el tiempo, se intercambian los papeles. Es importante en esta fase centrarse sólo en buscar variaciones de un mismo tema y no utilizar diferentes momentos del círculo o distintos cambios en cada intento. El objetivo del ejercicio es aprender a identificar una zona o sensación concreta y desde ahí estudiar que posibilidades ofrece ese momento en particular. Si se cambia constantemente el lugar de estudio sin alcanzar el entendimiento adecuado, no se podrá alcanzar el objetivo de manera apropiada.
El siguiente paso es una evolución del anterior. En la primera etapa se busca ser capaz de identificar el lugar y momento en el que realizar la aplicación y podemos sacar al compañero. En este momento, el que realiza el estudio es responsable de traer de vuelta al compañero al círculo de cuatro manos. Lo que se practica en este estadio es a realizar con más control las aplicaciones, pues no queremos perder la conexión con el compañero, y a desarrollar más en profundidad la habilidad de manipular la estructura del oponente, en este caso, mediante el volver a traerle al centro.
En una tercera etapa, ambos practicantes pueden desarrollar sus técnicas. Cada uno tendrá su objetivo particular o zona de estudio. Se puede decidir si hacer de manera alternada o cada uno cuando encuentre la oportunidad. En este momento, el compañero sigue cooperando con el que está estudiando la técnica, es decir, en el momento en el que uno de los dos inicia una acción, el otro se deja hacer para permitir el estudio de la técnica completa.
En el cuarto nivel, el compañero deja de cooperar y trata de resistir las técnicas que le hacen. En un primer momento se pueden seguir alternando los turnos de estudio haciendo que uno de los practicantes realice 3 o 4 técnicas de seguido y el otro resista y más adelante permitir la posibilidad de realizar la técnica en cuanto uno de los dos encuentre el momento.
Hasta este momento la intensidad del trabajo debe ser suave. Se está buscando estudiar la técnica y explorar las diferentes posibilidades. Es fundamental en este proceso un compañero colaborador ya que en el momento en el que empiece a haber cierta competición en la práctica, de manera automática se pierde la posibilidad de estudiar correctamente.
A partir de este momento ya se puede empezar a ser más competitivo, pero sin perder de vista el objetivo. Todavía no estamos trabajando del todo libre aunque ambos practicantes estén tratando de encontrar el momento de realizar una técnica al compañero y evitar que se la hagan, porque siempre se acaba volviendo al ejercicio de 4 manos una vez que la acción ha terminado o no ha tenido éxito.
Practicar de esta manera permite que si el nivel de uno de los practicantes es mucho más alto, poder bajar la intensidad para permitir que el compañero pueda estudiar, o cambiar su modo de entrenamiento para practicar una actitud más defensiva, tratar de trabajar estar más conectado, dejarse llevar a situaciones peligrosas y trabajar como retomar el control, etc. Siempre se puede plantear el entrenamiento como una situación a la que sacar provecho.
Si algo no funciona o no se es capaz de realizar, este tipo de trabajo te permite seguir estudiándolo. Realizar tres o cuatro experimentos con la colaboración del compañero te pueden permitir conocer los fallos y aprender a solucionarlos. Todo el ejercicio debe ser un laboratorio que nos permita estudiar los procesos hasta llegar a las conclusiones que buscamos.
Este trabajo aproxima al practicante al tuishou libre de manera gradual, permitiendo que vaya siendo capaz de dominar los distintos niveles añadiendo grados de libertad de manera progresiva facilitando su dominio al poderse centrar en problemas concretos de uno en uno. En todo el proceso es fundamental seguir un buen método y realizar acuerdos con el compañero para establecer los objetivos de la sesión de entrenamiento, dejando claro que es lo que se puede y lo que no se puede hacer para no desviar la práctica.
Al practicar lo ideal es estar un 80% del tiempo estando pegados y conectados, sintiendo lo que está pasando, un 15% tratando de buscar el centro y un 5% haciendo técnicas. Sin embargo lo que nos encontramos muy a menudo es un 95% del tiempo tratando de empujar, un 5% buscando el centro y 0% en tratar de establecer conexión y sentir que es lo que sucede. Si una persona del segundo tipo practica con una del primero, puede que a corto plazo haya desarrollado ciertas habilidades, disponga de unos cuantos trucos entrenados muy útiles, tenga piernas fuertes o flexibles y consiga desplazar al primero, pero a largo plazo, no tendrá ninguna oportunidad. Con cada empujón desarrolla su ego, pero no su arte. Esas habilidades no perduran en el tiempo y sólo la destreza basada en el verdadero entendimiento del taijiquan, permite seguir siempre avanzando y desarrollando una pericia cada vez mayor.
Trabajar de esta manera, conectarse, sentir, tratar de saber lo que es real, quizá no sea tan satisfactorio como ser capaz de empujar al oponente, pero permite desarrollar verdaderas habilidades. Hacer del círculo de 4 manos el centro del entrenamiento, incluso en el estilo libre, nos permite mantener ese 80% de sentir que es lo que pasa, que es real. Y al final, no será necesario empujar al oponente, el mismo te ofrecerá su centro.
Por Javier Arnanz para AprendeTaiChi.com
Artículo original del 12 de Noviembre de 2014