Saltar al contenido
Instituto Movimiento y Salud

Tai Chí, el arte de los vagos

6 octubre, 2020

La pereza es en gran medida la actitud y expresión del Tai Chi como arte marcial. El método de Tai Chi se basa en hacer lo menos posible para lograr los máximos resultados. No queremos hacer más de lo necesario, lo que significa que tendemos a no movernos más de lo necesario, a no mostrar más de lo necesario, a no hacer más daño del necesario. Somos un grupo de personas perezosas.

Cuando enseño, muy a menudo describo el taichí como una actividad para vagos. Pero esta vaguería no tiene malas connotaciones. El verdadero Tai Chi es honesto en su apariencia y no busca lucirse. Su expresión no es elegante, atrevida o extravagante. 

Mi maestro, Sam Masich, usa muy a menudo la expresión «indiferente» cuando explica aplicaciones de Tai Chi, pero indiferente no debe confundirse con arrogancia. El Tai Chi es indiferente porque no se centra la agresión o la fuerza del oponente, sino en la gestión de tu propio cuerpo en el espacio y de como alinearte correctamente detrás de las líneas de fuerza en ese espacio. No importa cuán fuerte sea el oponente o cuán duro intente golpear. No tengo que ir contra el, tengo que encontrar la manera de estar cómodo en mi espacio. Y siempre se puede estar al menos un 3% más cómodo. Esto va sobre mi, no sobre el otro.

Al defender, el Tai Chi actúa como si no manejara nada. Esto implica no sobreactuar, no ir en contra de la fuerza, no “hacer de más”. Si hacemos esto correctamente, el oponente se sentirá indefenso y confundido. Para poder hacer esto es fundamental movernos desde una estructura correcta. Lo más rápidos que podemos ser es “estar ya ahí”.

Al estar a distancia, el practicante de Tai Chi no debería mostrar nada en el exterior. La Canción del Empuje de Manos (打手歌  –  Dǎ shǒu gē) dice “si el otro no se mueve, yo no me muevo; si el otro apenas se mueve, yo me muevo antes”. Li Yaxuan dijo que si se detecta algo, si el oponente sospecha algo, entonces debes reprimirte y no mostrar nada. Y si el oponente cree que no hay amenaza, entonces el practicante de Tai Chi ataca «de la nada» sin que nada sea telegrafiado o sospechado. El Maestro Li dijo que este era el significado de «De repente hazte visible, de repente hazte invisible». William C.C. Chen lo expresó como «crear algo de la nada, llevar algo a la nada». De repente está allí, de repente se ha ido.

Pero incluso si no se muestra nada en el exterior, el practicante de Tai Chi es consciente de todo lo que lo rodea, planifica con anticipación y sigue y se adapta a su oponente de manera invisible en la distancia. Los practicantes de Tai Chi pueden actuar como perezosos o indiferentes. Pero el Tai Chi también es rápido, activo y ante todo proactivo. Te enseña “el momento”, no solo en situaciones de defensa personal, sino también en la vida. Te enseña a hacer cosas cuando sea necesario y lidiar con los problemas cuando sean pequeños, o lidiar con las cosas antes de que se conviertan en problemas. Te enseña asertividad, a lidiar con lo que hay desde tu espacio. Parece que hace poco, pero realmente no hace de más. Es como «un gato a punto de atrapar un ratón» o «un águila que apunta a su presa».

Posiblemente la principal enseñanza que vamos a sacar de la práctica del tachí no es como salir airosos de una pelea en un callejón oscuro. Afortunadamente ya no necesitamos las artes marciales para poder volver vivos a casa. La mayoría de nosotros pasaremos nuestra vida entera sin haber incluso estado en una pelea real. Pero esas habilidades van más allá de su aspecto meramente marcial. En la vida, a través de la práctica del Tai Chi, el practicante aprende a ser muy consciente de lo que sucede a su alrededor y ser capaz de adaptarse fácilmente a las circunstancias invirtiendo sólo lo necesario. Tal vez pueda interpretarse como pereza, pero esta es, de hecho, la máxima expresión de tener el control de la situación.


Este artículo está basado en una entrada del blog de «Pensamientos sobre el Taichí» de David Roth-Lindberg, pero me he tomado demasiadas licencias y he aportado mis propias ideas y experiencias como para considerarlo una traducción. No obstante, al César lo que es del César.