
Había un carnicero que estaba preparando una pieza de carne. Uno de sus clientes que llevaba años apareciendo por la tienda se quedó mirando ensimismado los movimientos ágiles y relajados que hacía al trabajar. De pronto se fijó en el cuchillo y le preguntó: «¿No es ese el mismo cuchillo que estaba utilizando el año pasado? ¿Tiene usted que afilarlo muy a menudo?»
«Es el mismo cuchillo que llevo utilizando los últimos 17 años», dijo el carnicero. «Y no lo he afilado ni una sola vez». El cliente miró incrédulo. Y el carnicero continuó, «cuando corto una pieza permito que el cuchillo encuentre su camino a través de la carne sin esfuerzo ni presión. Y cuando estoy ante una parte más complicada con tendones y cartílago, simplemente bajo el ritmo para que el problema encuentre la manera de resolverse por sí mismo y en un momento la carne se desprende desde la hoja».
Zhuangzi