
La primavera es, quizás, la más bella y hermosa de las cuatro estaciones, pues representa el resurgir, el retorno de la vida: se deshielan los ríos y los lagos, van desapareciendo las nieves, dejando tras de sí todo un manto espeso de pasto verde, emergen los brotes de las plantas y de los árboles y comienza su florecimiento y, con ellos, la aparición de diversos aromas y de nuevos y múltiples colores. Durante esta etapa, la ascensión y la expansión de la energía Yang comienza a manifestarse a través de la prolongación de la luz y del calor; los días se tornan más largos y, dice el Primer Tratado del Emperador Amarillo (Huang Di Neijing, s.III a.C.) que, “todos los seres vivos nacen, crecen y se desarrollan sobre una base antigua, la Naturaleza, que se va llenando de cosas nuevas, y los seres vivos se enriquecen de ellas gradualmente”.
Pues bien, en su incesante labor de observación del Cielo y de la Tierra, y de los cambios que en la propia Naturaleza se iban produciendo, los Hombres Sabios de la Antigüedad en China (Sheng Ren) llegaron a la conclusión de que este periodo estacional se identificaba con el elemento Madera que, representado por el color verde, se caracterizaba por un movimiento de crecimiento -hacia arriba- y de expansión, al igual que las ramas de los árboles. Dicho elemento se situaba al Este, como el sol naciente, tenía su estrella en Júpiter y regía los impulsos, los deseos, las ambiciones y la creatividad, asociándose al Viento, que esparce las semillas.
Mientras, en el cuerpo humano, el elemento Madera se vinculaba al Hígado, el principal responsable de los movimientos energéticos de nuestro organismo, al igual que su entraña pareja, la Vesícula Biliar, los cuales serían, para los Hombres Antiguos, los grandes protagonistas de esta estación, debiéndose cuidar, por tanto, con especial esmero durante la misma:
Según la MTC, el Hígado es el encargado de almacenar y regular la Sangre en función de las necesidades de nuestro cuerpo; además de asegurarse de que tanto la Sangre (Xue), como la Energía (Qi) lleguen a todos los órganos, tejidos y meridianos. Es el principal responsable de “mantener libre las vías de paso” para que el Qi fluya libre y adecuadamente por todo el organismo. Y esto último es especialmente importante para que el Bazo/Estómago pueda cumplir correctamente con su función de Transporte y Transformación de los alimentos (proceso digestivo), para que la Sangre menstrual baje de forma natural, y sin obstáculos, llenando el Útero, para que la Vesícula biliar se estimule adecuadamente y vierta su bilis en el duodeno, o para que se facilite el flujo intestinal y se promueva la expresión natural, la armonía y el bienestar emocionales. Y puesto que su movimiento – representado por elemento Madera- es de expansión, si el Hígado se ve impedido, obstaculizado o bloqueado en su función de mantener la adecuada circulación energética (del Qi) por todo el cuerpo, entonces puede surgir la enfermedad -ya sea por exceso (SHI) o por insuficiencia (XU)-. Así, aunque podamos pensar que el Hígado es un órgano fuerte, potente y resistente, su aparente fortaleza lo hace a la vez frágil y sensible ante las emociones, ya que que su energía puede verse afectada fácilmente por impactos emocionales (problemas sentimentales, desavenencias, preocupaciones etcétera). Si esto sucede, el desequilibrio no tardará mucho en manifestarse a través de la frustración, la represión, la rabia, la irritabilidad, el enfado, la cólera, o la ira; emociones que, finalmente, acaban provocando la aparición de una depresión –algo que observamos a menudo en clínica-. Y es que, desde el punto de vista emocional, se dice que el Hígado es la “casa del alma” ya que, a través de la capa energética Jue Yin, se relaciona con el Pericardio, encargado de proteger al Corazón de dichas emociones, para que éstas no lo penetren directamente y, de esta forma, puedan dañarlo. En Medicina China se considera que “todas las emociones acaban afectando a largo plazo al Corazón”. Por otra parte, el Hígado es también la morada del HUN (Alma Etérea; la actividad mental inconsciente). Alma que , según la Milenaria Tradición China, entra en el cuerpo tras nuestro nacimiento y se va de él tras la Muerte, para volver a unirse con el Cielo. El HUN es el encargado de regular el sueño y, por ende, de gobernar el mundo de los sueños, además de mantener el equilibrio emocional y el dinamismo en las actividades mentales. Por tanto, si el elemento Madera se encuentra en equilibrio, habrá creatividad, paciencia, flexibilidad, inspiración, capacidad de visión y ganas de vivir.
Otra de las funciones primordiales del Hígado es el control de los tendones y de los ligamentos, sobre todo de su Sangre, la cual se encarga de nutrirlos adecuadamente; viéndose reflejado a nivel externo, en lo que concierne a su estado de salud, en las uñas, las cuales se consideraban por los textos clásicos como una prolongación de los propios tendones.
Por otra parte, el Hígado abre su ventana en los ojos (es decir, tiene su orifico de salida en éstos) y un desequilibrio en el mismo –como pudiera ser el caso de una Insuficiencia en la Sangre de éste órgano, la presencia de Viento o un Estancamiento de su Energía (Qi)- , podría traducirse en la presencia de síntomas tales como uñas pálidas y sin brillo, caída del cabello, cansancio, debilidad, rigidez, hormigueo, contracturas o calambres, incapacidad para relajarse, o problemas en la visión (visión borrosa, moscas volantes, sequedad, picor etcétera).
Otras de la patologías comúnmente asociadas a la primavera son las alergias que, en MTC -entre otras cosas- se relacionan con un desequilibrio en el Hígado, fruto de la acumulación del Yang del Invierno (interior) con el Yang de la Primavera (exterior), unido a un sistema inmunitario débil, a pautas alimenticias inadecuadas (consumo excesivo de embutidos, fritos, lácteos y grasas animales que potencian la mucosidad ) y al estrés emocional que, finalmente, acaba afectando tanto al Bazo como a los Pulmones, y que se manifiesta frecuentemente con estornudos, congestión en el pecho, rinorrea (secreción nasal), ojos enrojecidos y picazón ocular. Por este motivo, es importante que durante estos meses, tratemos de promover la depuración de nuestro Hígado mediante la ingesta diaria de un vaso de agua caliente con el zumo de medio limón en ayunas, o infusiones de té verde, te rojo, boldo, cardo mariano, diente de león o alcachofa.
Dice el Primer Tratado del Emperador Amarillo (en su cap. 2, Suwen) que “durante la primavera el hombre debe acostarse tarde, levantarse temprano, caminar en los parques, soltarse el pelo y aflojar cualquier cinturón que le sujete la ropa, con lo cual podrá relajar su organismo y favorecer una concordancia entre la actividad espiritual orgánica y la dinámica de la Naturaleza. Pues la energía dada por la Naturaleza no debe lesionarse ni destruirse. Durante esta estación, el espíritu debe estar alegre, de modo que ha de evitarse la depresión. Y esta es la forma de llevar a cabo el “Método para Alimentar la Vida” (Yang Sheng Zhi Dao); pues estar acorde con los cambios de la primavera favorece el proceso de Sheng (nacimiento-crecimiento). Si esto no se efectúa, o si se invierte, la potencia de la energía que se transmitirá al verano será menor y en esta última estación se podrá padecer enfermedades de naturaleza fría” – es deci, según la Tª de los 5 Elementos (Wu Xing), conforme a su ciclo de generación, si se lesiona la Madera, ésta no podrá generar el Fuego suficiente y, a pesar de los meses venideros de calor, el Fuego no tendrá la fuerza necesaria y se presentará el Frío-.
De esta forma, los Hombres Sabios de la Antigüedad en China aconsejaban que saliéramos temprano a pasear para tomar el sol y respirar el aire fresco, con el fin de despertar el espíritu y adaptarnos a la tendencia de “nacimiento-crecimiento” de la primavera; siempre y cuando lo hiciéramos bien abrigados, con varias capas –incluso más que en otoño-, pues, durante esta época del año, se producen variaciones frecuentes de temperatura y el Viento se presenta muy a menudo. Y puesto que todavía los poros de nuestro cuerpo se encuentran dilatados y el sistema inmunitario debilitado, esto nos hace vulnerables frente a cualquier Ataque de Factor Patógeno Viento o Frio (Feng Han Xie). Por este motivo, los clásicos recomendaban el consumo de materias tonificantes del Qi como el Ginseng (Radix Ginseng- Ren Shen) o el Astrágalo (Radix Astragali- Huang Qi).
En lo relativo a la alimentación, la premisa fundamental durante la primavera es la de regular el Yang de Hígado y del Corazón; es decir, bajarlo o hacer que éste no aumente ya que, como citábamos anteriormente, con la primavera, la energía Yang (calor) comienza a despertar, alcanzando su punto más álgido a lo largo del verano. Si durante estas estaciones nuestro cuerpo tiene mucha energía Yang, el estado energético puede verse desequilibrado debido a un Exceso de energía Yang. Por lo que es necesario consumir alimentos neutros y frescos, en especial los vegetales de color verde –que favorecen las funciones generales del Hígado y el movimiento del Qi- como es el caso de cereales (trigo, centeno y arroz), legumbres (soja verde, guisantes, habas y lentejas), verduras (fundamentalmente las de hoja verde y tallos: espinacas, acelgas, diente de león, perejil, alfalfa verde o espárragos), frutas propias de la temporada ( como ciruelas, albaricoques, fresones y cerezas), algas y pescado blanco. Trataremos de evitar el consumo de alimentos de naturaleza caliente, como carnes rojas, cordero, charcutería, picantes, alcohol, fritos, salsas u horneados.
En lo concerniente a la forma de preparar y cocinar los alimentos, es preferible una cocción mucho más suave y ligera que en invierno; es decir, mediante planchas, salteados o escaldados.
Tras el letargo, con la energía renovada, esta estación nos brinda la oportunidad de salir al exterior a pasear o de entrenar al aire libre (Taiji, Qigong etcétera), promoviendo el flujo del Qi y de la Sangre y previniéndonos de los posibles estancamientos. La primavera nos invita a crecer, a crear, a expandirnos, a iniciar nuevos proyectos y a plasmarlos en lo real, aprovechando ese impulso natural que, durante esta etapa, regirá sobre toda la Naturaleza. Pues después del frío invierno, con el brillo del sol, lo que permaneció oculto emerge ahora con plena fuerza y al igual que germinan las semillas y florecen las plantas y los árboles, es momento de conmensurar ahora nuestros grandes deseos.